Después de una década de videos e imágenes electrónicas, continué mis investigaciones sobre imágenes. En esa búsqueda fui un día (26 de marzo de 1980) al Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas IVIC en Los Altos de Pipe, y allí, en el reactor nuclear RV-1 , se me prendió el bombillo...
Creando con los polímeros
Después de una década de videos e imágenes electrónicas, continué mis investigaciones sobre imágenes. En esa búsqueda fui un día (26 de marzo de 1980) al Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas IVIC en Los Altos de Pipe, y allí, en el reactor nuclear RV-1 , se me prendió el bombillo... al ver la imagen de un revólver tomada con técnicas de rayos X , rayos gamma y rayos beta. Se veía todo el interior, hasta las balas y la pólvora. Quedé impresionada por el tipo de percepción y expresividad que nos permite la luz atómica y al llegar a mi casa escribí inmediatamente el esquema de un proyecto de arte y ciencia. De ese proyecto empecé realizando un piloto sobre polímeros.
Los polímeros son compuestos químicos que provienen del petróleo y sirven de base para los plásticos. Uno de los polímeros de uso múltiple en la vida diaria es el polietileno. Partiendo de imágenes de morfología del polietileno naciente, elaboradas por el químico Antonio Muñoz Escalona en el Laboratorio de Polímeros del IVIC, con el microscopio electrónico – y que eran pura información científica-, decidí transformarlas en expresiones artísticas.
Me planteé cómo los polímeros podían dar lugar a obras de arte en sí. Cómo a partir de ellos se podía crear todo un sistema de comunicación estética, periodística y didáctica acerca de elementos tan comunes en nuestra vida cotidiana, como lo son los plásticos, relacionados con algo tan básico en nuestro país, como lo es el petróleo.
Quise demostrar de qué manera algunos conceptos nuevos del arte, materiales nuevos, medios y tecnologías de nuestro tiempo, permiten grandes posibilidades de creación, amplían nuestra percepción y comprensión del mundo y crean alternativas para que las personas reflexionen y piensen, aportando algo nuevo a su conocimiento y sensibilidad, movilizando sus estructuras mentales.
Como comunicadora cultural, quise analizar un aspecto de la realidad de mi tiempo y comunicarlo a través de un proyecto multimedia. Era como hacer un poco de pedagogía con el arte nuevo, con la comunicación nueva. Era una manera de poner el arte y la ciencia al alcance de nuevas audiencias.
El proyecto incluía imágenes fotográficas, videos, serigrafías, esculturas, ambientación visual y sonora, objetos, documentación didáctica, textos divulgativos, afiches, postales, catálogos, acciones en vivo y actividades complementarias: programas de televisión, radio, conferencias y mucha prensa.
Los polímeros de mi Proyecto Arte y Ciencia expresan la morfología del polietileno. Yo me los encontré. Y en arte y en comunicación, cuando uno encuentra algo es cuando empieza a buscar, a investigar. ¿Qué hice? Ir al Centro de Química del IVIC Laboratorio de Polímeros y comenzar la aventura. El día que fui un grupo de estudiantes bajo la dirección del Dr. Muñoz Escalona estaba realizando la polimerización de etileno con un catalizador, para obtener el polietileno.
Obtuvieron polietileno en polvo y de ese polvo se sacó una muestra que fue colocada en el microscopio electrónico. Se tomaron fotografías en blanco y negro que me impactaron profundamente. Los polímeros se me presentaron como apariciones mágicas, desconcertantes.
Como escribió el poeta Luis Alberto Crespo en el “Papel Literario” de El Nacional, en 1981, eran “paisajes lunares, formaciones galácticas, paisajes cósmicos y de nuestra interioridad, paisajes de los sueños, criaturas de la pesadilla y el encantamiento. Eran la creación estética y la cosmogonía de nuestro petróleo”.
Quedé conmovida con esas imágenes nunca vistas antes, sin ninguna referencia a la realidad, y además tenían una gran belleza expresiva.
No dudé en bautizar a esas imágenes de lo insólito como objetos de arte y de asombro poético. Comencé inventándoles colores electrónicos con una cámara de video. Era una manera de observar el alma de los polímeros y compartirla a través de la televisión.
Esas imágenes – las micrografías electrónicas del Dr. Muñoz Escalona – estaban dotadas de imaginación, pero nadie se había dado cuenta. Para todos en el IVIC eran información científica. Yo comencé a descubrirles otras posibilidades expresivas y de comunicación.
Ahora, si decidí proponerlas como formas de arte, tenía que demostrarlo. Para que esas imágenes fueran arte, primero tenían que pasar a través de mí, de mi fuerza conceptual. Entonces yo las hice trascender, les enseñé a los lectores y televidentes a ver esa otra posibilidad, traté de hacerles sentir esas imágenes como formas de arte. Al transmitirlas por televisión (por todos los canales, una y otra vez, en distintos programas) las universalicé, las convertí en otra cosa. Además, el momento histórico estaba dado (y lo sigue estando) para que esas imágenes entraran como “belleza”. Ha pasado todo el arte abstracto y la ciencia está dando la hora. Eso exige una sensibilidad nueva y yo he tratado, en lo posible, de presentar una estética nueva, más fresca, más actual, a la que pienso seguir contribuyendo como comunicadora cultural.
Con esas imágenes que tanto me impactaron, después de darles colores electrónicos con video, inicié un procesamiento que llamé polimerografía. Pensé en hacer serigrafías, en las que en vez de papel, se emplearan láminas de acetato y poliéster y pinturas polivinílicas para conservar el concepto de polímero en todo momento. Para ello invité a un artista plástico – Theowald D’Arago- y le pedí que hiciera los bocetos de colores para siete imágenes seleccionadas. El concibió los colores de manera estructural.
El proceso comenzó con las fotografías originales en blanco y negro en tamaño 8 x 10. De las fotos se sacaron negativos una vez y media el tamaño del original. De cada negativo se sacó un fotolito de 83 cm x 55. En el fotolito se empleó la técnica de “mezzotinta” para destacar los grafismos, los detalles más mínimos, los grises y contrastes presentes en la imagen original. Con esos fotolitos y los bocetos de colores se hizo la impresión de las serigrafías en el Taller Gráfica Contemporánea, bajo la dirección de Rafael Arichuna. Así, de un medio sofisticado como el microscopio electrónico se pasó a una tecnología manual: una tecnología a golpe de raqueta, con una batea como espacio creador.
A esa experiencia de polimerografía traté de darle forma y coherencia a través de dos exposiciones. Una fue en el TAGA, el Taller de Artistas Gráficos y Asociados de Luisa Palacios, y otra en el IVIC.
La exposición del TAGA fue en cierto modo informal, pero la que se hizo en el IVIC contó con espacio y montaje adecuados.
El recorrido comenzaba con la muestra de siete fotografías originales, luego los siete negativos presentados con láminas de color transparente sobreimpuestas. Los fotolitos, en bloque, se llevaron una pared completa.
Y en otra pared las siete serigrafías. También había cuatro cajas de luces con serigrafías, serigrafías sueltas que daban una idea de los materiales empleados, la fórmula química del polietileno; un trabajo realizado por el artista D’Arago, a partir de las pruebas de taller y siete obras gráficas del mismo artista hechas con los bocetos de color. En dos monitores se mostraban videos. Había modelos de moléculas, pruebas de taller, frasquitos de polvo de polietileno, álbumes de fotos y documentación. El diseño de la exposición estuvo a cargo de la arquitecto Maruja Herrera, asesora de las obras de arte en el IVIC.
Después de los polímeros, seguí con imágenes de tejidos celulares procesados con colores de serigrafía. Realicé neutrografías de flores y otros elementos en el Reactor Nuclear. Hice gráficos de resonancia magnética nuclear sobre la huella digital del petróleo en el Centro de Física del IVIC con el científico Vladimir León.
Antes de los polímeros había hecho, como práctica, un trabajo de microscopía electrónica con maderas del Amazonas. ¡Qué casualidad! , la madera también es un polímero, pero natural, por la celulosa. Este trabajo de las maderas sólo se mostró parcialmente en microprogramas de TV.
El Proyecto Arte y Ciencia continuó con una serie de treinta y dos microprogramas de TV que se transmitieron por la Televisora Nacional Canal 5 en el espacio de La Noticia 5, y una serie de trece programas que se transmitieron varias veces por los canales 5 y 8 de Venezolana de Televisión.
En todos estos programas se tocó el tema de la relación arte – ciencia, a través de contenidos y modalidades variadas. Fue la oportunidad para elaborar, procesar y difundir imágenes fascinantes (tejidos celulares, moléculas, átomos de uranio, cristales, hologramas células visuales, medicina nuclear, neurofisiología, termografía, teledetección, Venezuela digital, etc.
Fue la ocasión para dar a conocer trabajos relevantes de científicos y artistas venezolanos. La prensa apoyó estos programas confiriéndoles dimensión y trascendencia.
Después de la serie Arte y Ciencia hice Pioneros, una serie televisiva de 14 programas destacando el trabajo de quienes marcaron pauta en Venezuela, tanto en la cultura del pasado como en la de avanzada, y cuyo pensamiento sigue siendo válido hoy en día.
Por supuesto, he seguido escribiendo en la prensa, sobre nuevos medios y su validez en el arte contemporáneo: columna La Nueva Música ( El Nacional 6 años ), Columna Vanguardia Hipersónica ( El Universal 2 años ) , Programa de Radio Vanguardia Hipersónica RCR 750 AM ( 54 Programas , 50 Microprogramas ).
Los polímeros son compuestos químicos que provienen del petróleo y sirven de base para los plásticos. Uno de los polímeros de uso múltiple en la vida diaria es el polietileno. Partiendo de imágenes de morfología del polietileno naciente, elaboradas por el químico Antonio Muñoz Escalona en el Laboratorio de Polímeros del IVIC, con el microscopio electrónico – y que eran pura información científica-, decidí transformarlas en expresiones artísticas.
Me planteé cómo los polímeros podían dar lugar a obras de arte en sí. Cómo a partir de ellos se podía crear todo un sistema de comunicación estética, periodística y didáctica acerca de elementos tan comunes en nuestra vida cotidiana, como lo son los plásticos, relacionados con algo tan básico en nuestro país, como lo es el petróleo.
Quise demostrar de qué manera algunos conceptos nuevos del arte, materiales nuevos, medios y tecnologías de nuestro tiempo, permiten grandes posibilidades de creación, amplían nuestra percepción y comprensión del mundo y crean alternativas para que las personas reflexionen y piensen, aportando algo nuevo a su conocimiento y sensibilidad, movilizando sus estructuras mentales.
Como comunicadora cultural, quise analizar un aspecto de la realidad de mi tiempo y comunicarlo a través de un proyecto multimedia. Era como hacer un poco de pedagogía con el arte nuevo, con la comunicación nueva. Era una manera de poner el arte y la ciencia al alcance de nuevas audiencias.
El proyecto incluía imágenes fotográficas, videos, serigrafías, esculturas, ambientación visual y sonora, objetos, documentación didáctica, textos divulgativos, afiches, postales, catálogos, acciones en vivo y actividades complementarias: programas de televisión, radio, conferencias y mucha prensa.
Los polímeros de mi Proyecto Arte y Ciencia expresan la morfología del polietileno. Yo me los encontré. Y en arte y en comunicación, cuando uno encuentra algo es cuando empieza a buscar, a investigar. ¿Qué hice? Ir al Centro de Química del IVIC Laboratorio de Polímeros y comenzar la aventura. El día que fui un grupo de estudiantes bajo la dirección del Dr. Muñoz Escalona estaba realizando la polimerización de etileno con un catalizador, para obtener el polietileno.
Obtuvieron polietileno en polvo y de ese polvo se sacó una muestra que fue colocada en el microscopio electrónico. Se tomaron fotografías en blanco y negro que me impactaron profundamente. Los polímeros se me presentaron como apariciones mágicas, desconcertantes.
Como escribió el poeta Luis Alberto Crespo en el “Papel Literario” de El Nacional, en 1981, eran “paisajes lunares, formaciones galácticas, paisajes cósmicos y de nuestra interioridad, paisajes de los sueños, criaturas de la pesadilla y el encantamiento. Eran la creación estética y la cosmogonía de nuestro petróleo”.
Quedé conmovida con esas imágenes nunca vistas antes, sin ninguna referencia a la realidad, y además tenían una gran belleza expresiva.
No dudé en bautizar a esas imágenes de lo insólito como objetos de arte y de asombro poético. Comencé inventándoles colores electrónicos con una cámara de video. Era una manera de observar el alma de los polímeros y compartirla a través de la televisión.
Esas imágenes – las micrografías electrónicas del Dr. Muñoz Escalona – estaban dotadas de imaginación, pero nadie se había dado cuenta. Para todos en el IVIC eran información científica. Yo comencé a descubrirles otras posibilidades expresivas y de comunicación.
Ahora, si decidí proponerlas como formas de arte, tenía que demostrarlo. Para que esas imágenes fueran arte, primero tenían que pasar a través de mí, de mi fuerza conceptual. Entonces yo las hice trascender, les enseñé a los lectores y televidentes a ver esa otra posibilidad, traté de hacerles sentir esas imágenes como formas de arte. Al transmitirlas por televisión (por todos los canales, una y otra vez, en distintos programas) las universalicé, las convertí en otra cosa. Además, el momento histórico estaba dado (y lo sigue estando) para que esas imágenes entraran como “belleza”. Ha pasado todo el arte abstracto y la ciencia está dando la hora. Eso exige una sensibilidad nueva y yo he tratado, en lo posible, de presentar una estética nueva, más fresca, más actual, a la que pienso seguir contribuyendo como comunicadora cultural.
Con esas imágenes que tanto me impactaron, después de darles colores electrónicos con video, inicié un procesamiento que llamé polimerografía. Pensé en hacer serigrafías, en las que en vez de papel, se emplearan láminas de acetato y poliéster y pinturas polivinílicas para conservar el concepto de polímero en todo momento. Para ello invité a un artista plástico – Theowald D’Arago- y le pedí que hiciera los bocetos de colores para siete imágenes seleccionadas. El concibió los colores de manera estructural.
El proceso comenzó con las fotografías originales en blanco y negro en tamaño 8 x 10. De las fotos se sacaron negativos una vez y media el tamaño del original. De cada negativo se sacó un fotolito de 83 cm x 55. En el fotolito se empleó la técnica de “mezzotinta” para destacar los grafismos, los detalles más mínimos, los grises y contrastes presentes en la imagen original. Con esos fotolitos y los bocetos de colores se hizo la impresión de las serigrafías en el Taller Gráfica Contemporánea, bajo la dirección de Rafael Arichuna. Así, de un medio sofisticado como el microscopio electrónico se pasó a una tecnología manual: una tecnología a golpe de raqueta, con una batea como espacio creador.
A esa experiencia de polimerografía traté de darle forma y coherencia a través de dos exposiciones. Una fue en el TAGA, el Taller de Artistas Gráficos y Asociados de Luisa Palacios, y otra en el IVIC.
La exposición del TAGA fue en cierto modo informal, pero la que se hizo en el IVIC contó con espacio y montaje adecuados.
El recorrido comenzaba con la muestra de siete fotografías originales, luego los siete negativos presentados con láminas de color transparente sobreimpuestas. Los fotolitos, en bloque, se llevaron una pared completa.
Y en otra pared las siete serigrafías. También había cuatro cajas de luces con serigrafías, serigrafías sueltas que daban una idea de los materiales empleados, la fórmula química del polietileno; un trabajo realizado por el artista D’Arago, a partir de las pruebas de taller y siete obras gráficas del mismo artista hechas con los bocetos de color. En dos monitores se mostraban videos. Había modelos de moléculas, pruebas de taller, frasquitos de polvo de polietileno, álbumes de fotos y documentación. El diseño de la exposición estuvo a cargo de la arquitecto Maruja Herrera, asesora de las obras de arte en el IVIC.
Después de los polímeros, seguí con imágenes de tejidos celulares procesados con colores de serigrafía. Realicé neutrografías de flores y otros elementos en el Reactor Nuclear. Hice gráficos de resonancia magnética nuclear sobre la huella digital del petróleo en el Centro de Física del IVIC con el científico Vladimir León.
Antes de los polímeros había hecho, como práctica, un trabajo de microscopía electrónica con maderas del Amazonas. ¡Qué casualidad! , la madera también es un polímero, pero natural, por la celulosa. Este trabajo de las maderas sólo se mostró parcialmente en microprogramas de TV.
El Proyecto Arte y Ciencia continuó con una serie de treinta y dos microprogramas de TV que se transmitieron por la Televisora Nacional Canal 5 en el espacio de La Noticia 5, y una serie de trece programas que se transmitieron varias veces por los canales 5 y 8 de Venezolana de Televisión.
En todos estos programas se tocó el tema de la relación arte – ciencia, a través de contenidos y modalidades variadas. Fue la oportunidad para elaborar, procesar y difundir imágenes fascinantes (tejidos celulares, moléculas, átomos de uranio, cristales, hologramas células visuales, medicina nuclear, neurofisiología, termografía, teledetección, Venezuela digital, etc.
Fue la ocasión para dar a conocer trabajos relevantes de científicos y artistas venezolanos. La prensa apoyó estos programas confiriéndoles dimensión y trascendencia.
Después de la serie Arte y Ciencia hice Pioneros, una serie televisiva de 14 programas destacando el trabajo de quienes marcaron pauta en Venezuela, tanto en la cultura del pasado como en la de avanzada, y cuyo pensamiento sigue siendo válido hoy en día.
Por supuesto, he seguido escribiendo en la prensa, sobre nuevos medios y su validez en el arte contemporáneo: columna La Nueva Música ( El Nacional 6 años ), Columna Vanguardia Hipersónica ( El Universal 2 años ) , Programa de Radio Vanguardia Hipersónica RCR 750 AM ( 54 Programas , 50 Microprogramas ).